Las cuentas del PP

«Todo falso», afirmó ayer el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en una de sus intervenciones más delicadas.

«Sigo creyendo en la limpieza de este partido y de su presidente», decía Fernando Ónega el viernes en Onda Cero. «Por ahora creo a Cospedal cuando dice que las cuentas están claras», afirmaba Ernesto Sáenz de Buruaga en la Cope.

Fueron las únicas voces compasivas con el PP en las principales emisoras. Los papeles de Bárcenas «reflejan algo muy parecido a una estructura de mafia», sentenciaba Iñaki Gabilondo en la Ser, «aunque no sé qué fuerza probatoria tienen».

«Hemos hablado con todo el mundo antes de publicarlas y no lo llamamos sobresueldos, pero hemos hecho un trabajo honesto», se defendía el director adjunto de El País, Vicente Jiménez. «Los documentos son auténticos y nos hemos limitado a explicar lo que dicen, sin entrar en si hay o no delito».

¿Origen de los documentos? Para casi todos, verde y con asas: Luis Bárcenas (LB). ¿Por qué? «Sin pruebas de los recibos, jurídicamente no le ayuda, pero políticamente deja muy tocado al PP», explicaba Anabel Díez en Onda Cero.

«Si se dan por ciertas esas actas, Rajoy tiene un problema», asentía Carlos Herrera. «Está claro que los papeles son de LB, pero son papeles, no actas», terciaba J. A. Gómez Marín. «Lo importante no es quién lo ha filtrado -siempre es el más cabreado-, sino los que soltaron la pasta y a cambio de qué». Bieito Rubido, desde la Cope: «Hay corruptos, sí, pero más importantes son los corruptores».

¿Qué decir del Tribunal de Cuentas? «Una basura consentida, una ficción», contestaba Jesús Cacho. ¿Y ahora qué? «Es el final de una era y no veo la fibra moral para la regeneración necesaria», respondía. «Niego la mayor y me parece un insulto a los políticos honestos, que son muchísimos», decía Tonia Etxarri.

Casi todos los medios han olvidado casi por completo los escándalos que salpican al PSOE y a CiU o los citan a hurtadillas. Es obvio que la bomba LB y las mejorables respuestas del PP han difuminado todos los demás, incluido el caso Urdangarín.

Las cuentas opacas del PP han caído como un meteorito sobre la ofensiva oficial para mejorar la imagen de España. No hay medio destacado que no haya llevado a sus portadas o espacios más vistos las exclusivas de EL MUNDO y de El País.

Casi todos, como señalaba Daniel Basteiro en su análisis para el Huftington Post del viernes, «aprovechan para unirlo a la crisis económica, a la burbuja inmobiliaria o incluso a la falta de solidez de unas instituciones demasiado jóvenes».